A la actriz le agradó mostrar una faceta más cómica en la película de Sacha Baron Cohen, El Dictador
Megan Fox es conocida por sus papeles de chica sexy en el cine pero ya está harta de esa imagen y le gustaría hacer máscomedia.
La joven de 25 años tuvo oportunidad de cambiar gracias a su participación en El Dictador, la nueva película de Sacha BaronCohen, con quien disfrutó mucho trabajar.
En la cinta, Fox interpreta a una prostituta y tras mantener relaciones con el personaje de Cohen, entra en furia al percatarse que él le paga con rubíes en lugar de diamantes, a lo que ella dice «¿Qué soy, una Kardashian?«.
Fox comentó en una entrevista con The Sun que se siente muy aliviada del cambio, pese a que su participación en la película es mínima.
«Cuando empecé a actuar siempre interpretaba a la chica perra o malvada, y luego estaba interpretando a la mujer fría y robótica.
«Me estaba cansando de interpretar este tipo de papeles y reforzando este estereotipo de mi y tenerlo que actuar cuando daba entrevistas. Ahora siento que puedo ser yo misma otra vez. Se me ha dado la oportunidad de escaparme de esa imagen fría y sexy a la que he estado pegada. Creo que el público puede relacionarme más fácilmente en ese tipo de películas», explicó.
Pese a que Fox comenzó a modelar desde los 15 años, alcanzó realmente la fama hace unos años al protagonizar Transformers. La actriz lidió con la atención que recibía y sintió que estaba viviendo una doble vida.
La actriz no consideró adecuado autocensurarse y por eso ha causado controversia con algunas de sus declaraciones, por ejemplo cuando comparó a Michael Bay, director de Transformers, con Hitler, por lo que de inmediato fue despedida y no participó en la tercera entrega de la saga.
Además de la actuación, Megan habló de su tatuaje de Marilyn Monroe y de su romance con Brian Austin Green, con quien se casó en 2010. Se negó a hablar de los rumores sobre su embarazo, pero sí habló de su manera de ver la religión.
Considera que la religión puede ser algo muy bello y ella ha tratado de usar sus creencias de una manera muy abierta.
[El Universal]