Admirador de Muhammad Ali y Joe Louis. Detractor de los promotores ambiciosos. Líder del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) por 38 años. José Sulaimán forjó al boxeo moderno.
“Esos promotores que se sienten la mamá de Tarzán”, decía don José cuando alguno quería imponer sus condiciones y no las dictaminadas por su querido Consejo.
Sulaimán y sus mil y un anécdotas. De cuando oía las peleas por la radio. De cuando las veía cada sábado con cerveza en mano. Del día en que recibió la petición para ser el líder del CMB en 1975. Un organismo que tiene a 164 países afiliados hoy en día.Y luego venía el recuerdo de que él sabía lo que era subirse a recibir “trompadas”. “Miren cómo respiro de este lado de la nariz. Ahora del otro… nada. Así me la dejaron después de una pelea [risas]”.
Él impulsó la reducción de 15 a 12 rounds en las peleas de campeonato mundial, implementó la cuarta cuerda del ring, mandó a coser el pulgar al guante, ordenó examen antidopaje obligatorio después de la peleas, implementó la ceremonia de pesaje 24 horas antes del combate, introdujo marcadores abiertos en peles avaladas del CMB.
En sus más recientes acciones instauró los “Martes de café” desde hace cuatro años. Una reunión semanal con la prensa especializada. Aún con malestares, en esos días hacía todo su esfuerzo para reunirse con boxeadores y periodistas, en lo que se volvían tertulias pugilísticas y, en ocasiones, debates intensos.
Estudio la carrera de Administración de empresas y Derecho mercantil, pero fue su legado como dirigente el que le otorgó cinco Honoris Causa, la llave de la ciudad de 18 ciudades y más de 40 premios y reconocimientos de todo tipo.
Así como se entrevistaba con un Floyd Mayweather Jr. o Julio César Chávez, se encontraba con pugilistas amateurs y hasta olímpicos.
Mike Tyson fue uno de los últimos que lo visitó, en un emotivo encuentro en el hospital de la UCLA, en agradecimiento a que Sulaimán fue de los pocos que lo visitó cuando se encontraba en la cárcel.
Atesoraba con gran cariño un crucifijo bendecido por el papa Juan Pablo II, del cual no se separaba en ningún momento.
Ese fue sólo uno de los múltiples encuentros que tuvo con diversos líderes y mandatarios mundiales.
Se reunión con los presidente de México: Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y, en una de sus últimas visitas a mandatarios, con Enrique Peña Nieto.
Pero también fue recibido por el rey Juan Carlos II de España, el mandatario estadounidense Ronald Reagan, el ruso Mikhail Gorvachov y por el recién fallecido Nelson Mandela, emblema de la lucha en contra del apartheid en Sudáfrica.
Preocupado por la salud de los boxeadores, impulsó el primer congreso médico mundial de boxeo, con la participación de 83 países, realizado en Aruba en 1997.
También donó cerca un millón de dólares a la UCLA para el programa médico de investigaciones en lesiones cerebrales, que aún sostiene diversos estudios.
Por su avanzada edad, era común verlo en silla de ruedas para transportarse. Incluso, se animaba a utilizar sillas con motor en su afán de estar presentes en peleas o convenciones anuales.
“Los últimos días de mi vida los dedicaré a que cada ex campeón mundial tenga su pensión. No es posible seguir viendo a ex boxeadores hablando con las paredes”, insistía José Sulaimán.
Por ello creó un fondo para becar a ex monarcas y organizó diversos eventos, como una subasta de relojes con el nombre de boxeadores.
Uno de sus últimos sueños era que se donara un dólar por cada boleto vendido en las funciones avaladas por el Consejo Mundial.
Además confeccionó la primera Copa del Mundo del boxeo profesional, la cual fue pospuesta de última hora en la espera de que su líder se recuperara de la operación a corazón abierto a la que fue sometido en octubre pasado.
Pocos sabían que fue beisbolista en su juventud y que, incluso, jugó en los primeros Juegos Panamericanos por México. Su pasión era la cámara fotográfica, y fue un ávido lector de literatura y textos relacionados a la historia o amante de un buen corte de carne.
Pero fue el deporte de los puños el que se convirtió en su verdadera pasión, en donde forjó su legado y el motor de toda una existencia. El boxeo fue su estilo de vida.
[Central Deportiva]