El actor protagoniza Escándalo americano, sátira basada en un caso de corrupción política en los años setenta
Está por estrenarse en México Escándalo americano, una de las cintas más esperadas del año, en la que retorna con éxito el director David O. Russell reuniendo a los elencos que trabajaron con él en El luchador(2010) y Juegos del destino (2012): Christian Bale, Amy Adams, Jennifer Lawrence y Bradley Cooper. Los actores encarnan a personajes inspirados en los involucrados en el operativo del FBI conocido como ABSCAM —centrado en la corrupción política en el Senado y la Cámara Baja de Estados Unidos—, realizado a finales de los años setenta y que impactó titulares de todo el mundo.
En esta comedia negra con tintes de thriller de suspenso, Cooper (Philadelphia, 1975) encarna a Richard Richie DiMaso, un agente del FBI que se relaciona con dos estafadores para atrapar a especuladores y se ve involucrado en un mundo sórdido. La cinta le brinda la oportunidad de explotar sus posibilidades interpretativas como no lo había hecho con la trilogía ¿Qué pasó anoche? (The Hangover) donde mostró un talento versátil y suficiente carisma para sostener casi él solo una película y ser un imán de taquilla, cosa que en Hollywood es importante.
Un aspecto interesante de Russell es que genera buena química entre los personajes. ¿Cómo dirías que consigue ese ambiente en el rodaje?
David es un director muy sui generis. Le gusta hacer su voluntad y se asegura de centrarse en lo que es real, en lo que es importante. Encontrar la carne en la historia. Se centra en la veracidad de lo que cuenta, y a los actores también nos pide que lo hagamos, nos sumerge en lo que es el ambiente de su trama y creo que por eso ha conseguido tantas nominaciones. Logra que los actores nos olvidemos de cualquier cosa que tengamos en mente y nos centremos. Es un genio.
Los setenta son aquí escenografía y parte de la sátira que Russell desea explotar. ¿Cómo te preparaste para sumergirte en la época?
¡Fue una locura! Me encantan los setenta. La verdad es que me preparé para esta película de la misma manera que suelo hacer, directamente trato de convertirme en el personaje y de olvidarme de mí mismo. Me inspiré en películas de ese tiempo, en gente de mi entorno y en la visión de David. Es una época muy interesante. También leí todo lo que encontré al respecto del caso ABSCAM, y la gente involucrada.
¿Cómo equilibras el cine de Hollywood, como la trilogía ¿Qué pasó ayer?, y cintas como ésta?
Me gusta hacer cine independiente, porque me da herramientas para crear personajes más complejos. He sido afortunado en mis proyectos; tanto los independientes como los comerciales. Me gusta poder compaginarlos, pasar de uno a otro. Ambos estilos de hacer cine pueden ser muy satisfactorios. Me gusta hacer comedias, pero también me gusta hacer películas que exigen algo y Escándalo americano no sólo me exigió una transformación física, también me hizo probar nuevas formas de acercarme a un personaje que antes no había contemplado. David sabe cómo plantearte un reto y llevarte a transformarte en el personaje.
La comedia no suele ser un género premiado. ¿Crees que te puede abrir nuevos caminos como actor?
Si te soy sincero, no veo esta película como una comedia nada más, es difícil de encasillar. Tiene comedia, tiene drama, tiene elementos de… y no sé si se ciñe a un solo género, la verdad. Pero creo que su género no debería influir en la opinión de la gente o los premios que reciba, pero te diré que el que se tenga en cuenta ya es fantástico. Estoy muy contento.
Ahora ya eres una celebridad por derecho propio. ¿Es como lo imaginabas?
Cuando era más joven y sin experiencia me compré esto de la fama y tuve mis momentos de creerme que era la gran cosa hasta que se me subió a la cabeza. Por suerte, tengo amigos y familiares que me recordaron que no soy absolutamente mejor que nadie. Sí, ahora me conocen más y me toman fotos y hay más gente que se acerca en restaurantes y aviones y quieren hablarme. Está bien, comprendo que es parte de todo y que ahora tengo suerte, porque estoy de moda, porque mi trabajo se ve. Pero todo tiene una fecha de caducidad y un día volveré a ser anónimo. La fama es relativa y no tiene por qué regir mi vida, ni la de nadie. Esto es un trabajo y nada más.
[Milenio]