El alpinismo lo elevó tan alto que se convirtió en guía de millonarios y camarógrafo de Discovery Channel. Todo con tal de concebir, una y otra vez, la sensación extrema de algún ascenso al Everest. Sí, ahí, en la punta de la montaña más alta del mundo, cuya cumbre yace a 8 mil 848 metros sobre el nivel del mar.
Héctor Ponce de León es uno de esos mexicanos de altura, cuya ilusión no era repetir lo que algún aventurero, hace ya 60 años, consumó por primera vez en la historia. La meta era mejorar el reto de los ochomiles. Él lo hizo tres veces.
«El primero fue hermoso, porque fue en compañía de un grupo pequeño, de amigos. Lo hice con Yuri Contreras. Fuimos los dos de la expedición que llegamos a la cumbre», recuerda Héctor, aún con la sensación, aterrizada en 1996.
«Éramos cinco chavos muy jóvenes, con bajo presupuesto. No llevábamos ni sherpas [pobladores de las regiones montañosas de Nepal, con fines de guías y testimoniales] ni todo esto que incluyen las expediciones. Poner las cuerdas, buscar la ruta. Era una expedición muy básica. Ese ascenso lo hice con Yuri y nos convertimos en los primeros mexicanos en subir el Everest por la cara norte. Ese era el incentivo», relata, con la imagen del suceso oculta en sus pupilas.
El segundo ascenso, en 2002, fue distinto. «Un día me llaman por teléfono, de la empresa para la que trabajo, Mountain Madness. Ellos me habían contratado como guía en montañas de Sudamérica, México y otras del Himalaya. ‘Queremos que seas nuestro guía para que lleves a un grupo de gente al Everest’, me dijeron. Aquí había otro incentivo, era hacerme cargo de cuatro personas, cuatro multimillonarios, dos norteamericanos, un puertorriqueño y un sudafricano, banqueros o directores de corporativos. Llevamos muchos sherpas y oxígeno. Mi responsabilidad era que esta gente pudiera subir y bajar hasta donde lleguen. Gente que un día se levanta con la idea de alcanzar el Everest. Subí con dos de ellos», rememora, empalagado de aventura.
El tercer arribo al Everest sucede ya como camarógrafo de Discovery Channel. Lo capacitaron en Canadá para filmar un documental de la montaña en seis meses.
«Me enseñaron todo, desde cómo prender una cámara hasta cómo capturar la historia. Así hice mi tercer ascenso al Everest, filmando hasta la cumbre, detrás de otro equipo. Se trataba de captar la experiencia que vivían las personas», relata.
Ese espíritu lo obtiene de su madre. Ella le inculcó la lectura. Julio Verne y Jack London se encargaron del resto. La primera vez ascendió al Popocatépetl. Hoy presume 30 años de alpinista. Un mexicano con licencia de ochomiles.
[Central Deportiva]