Dice que al componer la música para la obra “Kinky Boots” en Broadway, sintió como si volviera a tener cinco años
Cuando Cyndi Lauper recibió la oferta de componer la música para un musical, dijo de inmediato que sí. Y lo hizo sin siquiera leer el guión de Kinky Boots. “Me sentí como cuando tenía cinco años”, dijo la icono del pop de los 80 en una entrevista. De niña escuchaba e interpretaba las canciones de los musicales en los discos que su madre le ponía.
El musical de Broadway Kinky Boots, que traducido vendría a ser Botas perversas o “fetichistas”, hace contrastar la atmósfera de una pequeña y cerrada ciudad británica con el refulgente mundo de un espectáculo travesti.
El debut de la veterana del pop ha sido bien recibido: antes del estreno oficial el jueves, los medios y algunos espectadores que acudieron a ver los ensayos generales celebraron el acierto de la estrella del pop de 59 años.
Hubo un aplauso largo en el teatro Al Hirschfeld, que tenía las localidades agotadas.
“La música es magia, eso es Broadway”, dijo una turista.
El Chicago Tribune dijo de la música de Lauper que era “fresca y picante”. También recibió muchos elogios el hombre que acompaña a Cyndi Lauper: el actor y letrista Harvey Fierstein, conocido por su singular voz, que se inspiró para el musical en una comedia inglesa.
La historia versa sobre el joven Charlie Prince, que hereda de su padre una fábrica de zapatos.
En vida, aleccionó al hijo. “¿Sabes qué es lo más hermoso del mundo?”, le decía. “Los zapatos”, respondía él aplicado. Pero tras la muerte del progenitor, los negocios empiezan a ir mal y por casualidad Charlie conoce a la drag queen Lola, que se lamenta de que los zapatos de mujer no pueden aguantar el peso de los hombres. El joven zapatero ve ahí un mercado y se lanza a crear extravagantes zapatos de mujer para artistas travestis.
De entrada, Kinky Boots ofrece todo el brillo de un espectáculo travesti, pero lo envuelve en un sonido rockero y un grupo que toca en directo. La escenografía, rica en detalles, cambia en un abrir y cerrar de ojos de club nocturno a fábrica de zapatos y en ocasiones el cambio es tan rápido que se llegan a confundir. Así las drag queen y los trabajadores se lanzan a bailar de forma desenfrenada sobre la cadena de fabricación de zapatos.
[El Universal]