El cantautor canadiense comulgó con sus admiradores en la Arena Ciudad de México, que a pesar de todo, no se logró llenar
A veces nostalgia y recuerdo sirven de gran convocatoria para un artista, que refleja en ellos un deseo placentero aunado a una sensación de plenitud.
Así se tornó una atmósfera plagada de romanticismo que se apoderó de la Arena Ciudad de México la noche del sábado, donde el canadiense Bryan Adams ofreció su música, energía y su corazón.
El que fuera uno de los hombres más atractivos ya lucía algunas arrugas en brazos, manos y cara pero no por ello las mujeres, en su mayoría señoras de entre 30 y 50, escatimaban en gritos fervientes.
Pasadas las 21 horas, el cantante tomó el escenario con gran entusiasmo, con guitarra en mano y sin más explicación llegaron temas como “House Arrest” y “Somebody”, que resonaron por el coro de los presentes en todo el lugar.
Poco importó que este centro de espectáculos no se encontrara a su máxima capacidad, Adams se reencontraba con sus fieles a los cuales ha enamorado con sus letras por casi tres décadas, por lo que el show debía estar a la altura de las circunstancias y mostrando el apego con el país.
En un ambiente intimista logrado por los encuadres que mostraban el concierto desde todas sus dimensiones, lo más esencial de demostró ser la música, pues sin una producción exagerada y con la única compañía de sus músicos en escena pudo sorprender. Otros de los temas que desfilaron por el repertorio fueron “Kids wanna rock”, “Can’t stop this thing we started”, “Cloud number nine”, “Thought I’d died and gone to heaven” y “Have you ever really loved a woman?” continuaron la velada.
El sentimentalismo y la emotividad de las que se cargó su interpretación enamoraron de nueva cuenta y bajo los primeros acordes de “Summer of 69”, que levantaron los ánimos de formas impensables.
Su presencia se compaginó con la vitalidad y potencia que resultó contagiosa para los que se acercaron a este majestuoso evento.
“I do it for you” simpatizó más con un público que ha escuchado el mismo tema en su versión al español, pero que esta velada compenetró con las voces de miles que lo entonaron de principio a fin.
“Heaven” y “All for love”, concluyeron una noche que absorbió el tiempo y lo trastornó en un sin parar de emociones, que Adams vivió arropado bajo la cercanía que tuvo con su audiencia.
[El Universal]