El escenario se quedó esperando a la estrella. La estructura que dejó el concierto de Paul McCartney no encontró hombre que albergar en un peleado y accidentado juego que terminó 0-0 y que dejó todo para el juego de vuelta, justo como lo habría pensado Vucetich y contrario a las intenciones de Herrera.
Fueron 15 minutos trepidantes, intensos y correspondiendo a una Semifinal del futbol mexicano. América salió a la cancha como suele hacerlo, volándose al frente y con la portería fijada en la mirada para dar el primer golpe.
Aguilar antes de que se cumplieran 120 segundos con una buena atajada de Jonathan Orozco y después en un tiro que salvó una extraordinaria barrida de José María Basanta, fueron las ocasiones que demostraron que América quería todo antes de que siquiera, madurara el primer tiempo.
Monterrey no se metía al partido. El cuadro de Víctor Manuel Vucetich era atosigado y agobiado por las Águilas que buscaban cualquier resquicio para ponerse en ventaja, aunque pronto se dieron cuenta que no sería tan fácil. «Chelito» Delgado prendió la chispa.
Tras un ataque azulcrema, el argentino comenzó un contragolpe afuera de su propia área, lo manejó y espero el movimiento exacto de De Nigris para filtrar un magistral pase a las espaldas de Aquivaldo Mosquera que dejó sólo a su centro delantero para disparar y encontrar un heroico manotazo de Moisés Muñoz que evitó la caída de su marco.
Rápidamente Benítez intentó responder con un tiro desde fuera del área que agarró al portero regio caminando hacia atrás por lo que simplemente la escupió en el ahogo del grito de la gente. Entonces el juego bajó la intensidad y priorizó el orden táctico, aunque también las imprecisiones, donde hasta el árbitro cayó al amonestar a Aguilar en una jugada que no lo ameritaba.
América recurrió entonces a la pelota parada y a la picardía de Benítez para generar dos opciones que tanto Orozco como Darvin Chávez salvaron en la línea. Primero con un tiro libre de Cárdenas que el portero rechazó y luego con una definición del “Chucho”, quien sin ángulo de disparo tiró con efecto ante la salida de Orozco y apareció Chávez para reventar la pelota.
Nadie movía sus piezas para un entretiempo, nadie quería terminar con la incertidumbre y la tensión.
Sin embargo, el peligro y el nervio sí buscaban víctima. Suazo tuvo la oportunidad de abrir el marcador, pero exageró en el trabajo en equipo y cuando quedó solo frente a Muñoz decidió asistir a De Nigris, quien no llegó por la puntual aparición de la defensa.
Jonathan Orozco no quiso ser ajeno y armó su propia fiesta en el área cuando intentó salir jugando, Vuoso le tapó y la pelota quedó servida al mejor postor que fue Darvin Chávez alejando nuevamente el peligro. «Salvador Darvin» le dijeron.
El ajedrez comenzó a moverse entonces. Vucetich se atrevió a dar el primer paso cuando de golpe sacó al «Chelito» Delgado y a Chávez para meter al habilitado Ángel Reyna y Walter Ayoví. El estadio se desbordó en abucheos para el ex ídolo azulcrema.
El «Piojo» respondió sacando a Vuoso y metiendo al recién convocado al Tri Olímpico, Raúl Jiménez, quien revolucionó al equipo, pero no se habló de tú con el «Chucho» Benítez, pues el ecuatoriano se encontró con una pelota de frente al área y en lugar de cederla para la llegada en solitaria de Jiménez decidió hacerla personal y perder el esférico.
El partido ya era claro. América manejaba la pelota, ponía el ritmo del juego, pero no tenía creatividad ni potencia al frente, al tiempo que Rayados gozaba perseguir la pelota y corretear a jugadores rivales con tal de mantener el cero en su puerta.
Y como siempre hay una primera vez, Paul Aguilar se encargó de ella. En la recta final del partido, el lateral de las Águilas cometió una falta sobre Ayoví que le valió la segunda amarilla y con ello la primera expulsión para América en el torneo, salvo las de Miguel Herrera.
Así se diluyó un juego en el que América siempre quiso, pero no pudo y en el que Monterrey apeló a la contra para hallar un gol sin desgastarse pensando en poder resolverlo en su propia casa.
[MEDIOTIEMPO]